Inyección electrónica (i.e.)

En este tipo de sistema, la entrada del combustible en la cámara está regulada de una forma mucho más precisa gracias a los componentes electrónicos que regulan la apertura de los inyectores. Los sensores del conjunto permiten medir la cantidad de aire y combustible y establecer el momento y la duración de la apertura, lo que aumenta la eficiencia del motor al ajustarse de forma exacta la combustión a la demanda del motor. Se hace posible realizar la inyección a mayor presión que en los sistemas mecánicos y calcular el grado de avance del encendido, además de reducirse el consumo de combustible.

Una unidad de control se ocupa de recoger los múltiples datos enviados por los sensores, analizarlos y activar la inyección electrónica en el momento y la forma que resulten de los parámetros procesados.

Esas ventajas de eficiencia sobre la inyección mecánica, unidas a la creciente necesidad de limitar la contaminación, son la razón de que la inyección electrónica se impusiera a la mecánica hace ya varias décadas. Esta última funcionaba con un distribuidor que suministraba el combustible a los inyectores en la cantidad fijada por medio de un caudalímetro.

Se pueden establecer varias clasificaciones de los sistemas de inyección electrónica de acuerdo con diferentes criterios. Atendiendo al número de inyectores, el sistema puede ser monopunto, si existe un único inyector para todos los cilindros, o multipunto, si hay uno por cada cilindro.

Según la ubicación de esos inyectores, se hablará de inyección directa o indirecta; en el primer caso, el combustible se pulveriza en la cámara de combustión, y en el segundo se inyecta en el colector o múltiple de admisión.

De acuerdo a un tercer criterio se puede hablar de sistemas de inyección continua o intermitente, siendo la segunda la más empleada por permitir un mayor ahorro de carburante.