Barra de acoplamiento

Sea más o menos complejo, el mecanismo de dirección de un automóvil se ocupa básicamente de transmitir el movimiento del volante a las ruedas directrices. En la caja de dirección, ese movimiento se transforma en otro de tipo lineal que después llega a la barra de acoplamiento.

La barra constituye, por lo tanto, uno de las claves del sistema de dirección, y su introducción se debe a la progresiva sofisticación de ese sistema desde los mandos que permitían guiar los primeros automóviles hasta nuestros días. La amortiguación independiente en las ruedas delanteras fue una de las incorporaciones de ese proceso que modificaron la estructura y el funcionamiento del mecanismo de giro; se hizo necesario que el sistema diera respuesta tanto al movimiento horizontal como al vertical y que la fiabilidad de la dirección no se viese comprometida por las irregularidades del terreno.

La barra de acoplamiento puede estar dividida en tres partes y va unida a los brazos de dirección por medio de unas rótulas que usualmente son de forma esférica. Esas articulaciones permiten que el elemento asuma de forma correcta los movimientos requeridos para el viraje de las ruedas y las oscilaciones del automóvil.

El papel de la barra resulta esencial, pues se ocupa de asegurar una óptima transmisión de los movimientos realizados con el volante a las ruedas y permite el correcto control del vehículo. Pero también es un elemento que sufre un desgaste intenso. Si existe algún daño o problema en las rótulas de la barra de acoplamiento es probable que se manifieste a través de vibraciones en el vehículo o de alguna anomalía al realizar movimientos violentos con el volante. La holgura de la dirección también podría verse afectada por el deterioro de alguna de las piezas que componen la barra.